Hace ya cinco días que te recogimos de la calle en una inexplicable y desapacible tarde lluviosa de Mayo. Dicen que hubieras sido carne de coche por la zona en la que te encontramos.
Cuando te vimos sumiso, maullando con desesperación y mojado, ni el más rudo de los mortales hubiera podido resistirse a tenderte las manos. Ahora se te ve más saludable y apaciguado.
Da la fatal casualidad de que somos algo filofelinos por aquí, así que tu compañía nos viene de perlas.
Como desconocemos tus orígenes, a partir de ahora hemos consensuado llamarte Wilder, pero no güilder como sonaría en inglés, sino Wilder dicho en alemán, que, más o menos, suena como bilder (los puristas de la pronunciación, pinchad aquí). Parece que en cinco días ya te vas acostumbrando a ese sonido y ya vuelves la cabeza y todo.
Esperamos que tu estancia en el Motilla Palace sea de tu agrado. Comida, juegos y arena limpia no te van a faltar. El casero ya ha aprobado tu ingreso, así que está todo en regla.
Lo dicho.
¡Bienvenido!